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Sociedad hiperconectada, sociedad enfermada

Actualizado: 5 nov 2023


La sociedad occidental (y por extensión, las sociedades orientales occidentalizadas) se ven inmersas en una vorágine de productividad, competitividad e individualismo, todo ello coronado por


una falsa sensación de conexión con otras personas: nunca como ahora fue tan fácil tener "tantos amigos" (en las redes sociales).


La población más joven sufre un elevado estrés por:


  • tener siempre el móvil para estar conectado, sobre todo en las redes sociales -para no ser un paria-: nomofobia por presión de grupo.


  • estar al tanto de lo que hacen sus coetáneos para no perder el vínculo con ellos (del que deriva el FOMO, fear of missing out, miedo a perderse algo y luego "no estar al día").


  • enmascaramiento: hay que demostrar al mundo que somos felices. No podemos permitirnos contactar con el malestar y mostrarnos al natural en las redes. El reprimir las emociones y fingir algo que no se siente, genera malestar que finalmente acaba aflorando. Muchas veces de forma explosiva.



  • la elevada volatilidad de las modas y la inmediatez, junto con el uso de pantallas, provoca deterioro funcional: se va perdiendo la capacidad de conversar y de interpretar los signos no verbales, Aparecen conductas evitativas: no contestar a llamadas, no quedar en persona, evitar actividades en grupo...


  • el estar expuesto a redes sociales hace que las personas sean cada vez más dependientes de los refuerzos externos ("los likes") y, además, potencia el daño del acoso (cyberbullying). Esto es crucial en los adolescentes porque están forjando su identidad (mayormente por pertenencia a un grupo). Esto puede destruir o corromper su autoestima y acabar generando una estructura de personalidad patológica: dependiente, límite, histriónica, narcisista...


  • según los últimos estudios, la sociedad hiperestimulante actual empeora la capacidad atencional, y el uso de pantallas comporta una disminución de hasta 5 puntos en el cociente intelectual de los jóvenes. Pero esto hay que cogerlo con pinzas, pues la manera de valorar la inteligencia se basa en tests y pruebas basadas en "inteligencia clásica, postindustrial". Además, hay otros estudios que afirman que el uso de videojuegos mejora la capacidad de anticipación y visión espacial, mejorando por ejemplo la destreza de los gamers (cirujanos jóvenes vs senior).


En definitiva, parece que estamos muy unidos y conectados, pero en realidad nos estamos alienando. Es la sociedad líquida de Bauman: todo es muy rápido y voluble, perdemos referentes y nos sentimos cada vez más solos y vulnerables. Y empieza a aumentar la ansiedad anticipatoria, fobia social, sentimientos de vacío y soledad, déficits cognitivos y atencionales, disminución de capacidades yoicas, baja tolerancia a la espera y la frustración...


La mayoría de expertos en salud mental infantojuvenil concuerdan en la solución: se debería prohibir el uso de pantallas a los más pequeños y restringir su uso a los adolescentes. Además, se debería potenciar la educación emocional y de valores así como la capacidad de razonamiento crítico (que no memorístico) para poder navegar por la red, y por el mundo, con seguridad.

Nuestro consejo: abandonar la redes sociales. Apagar apps de comunicación fuera del horario laboral. Aparcar el móvil cuando estemos en grupo y potenciar el contacto presencial.

 
 
 

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